Mundos aislados
Ana Clara Diquattro
7 al 30 de Noviembre de 2015
He pasado por todos los momentos. Mundos aislados de soledad y melancolía; aquí despierto con fuerza, vitalidad, firmeza. Soy como una pared que no se cae, construida con amor y paz. Me guio por el impulso de mis pinceladas que van y vienen sin pedir permiso. Estoy aquí… Ya descubriste algo de mi ser, ahora es tu turno de investigar hasta lo más profundo del alma… a través de tu mirada, observándome aquí en este mundo real, si es real. Cuando cierres los ojos y se cansen en un segundo, me veras a mi…
Ana Clara Diquattro.
Asi describe Ana Clara Diquattro su proceso de creación y así nos invita a descubrir, a correr el velo, a raspar la superficie. De eso se trata: de meternos por una de esas ventanas y adentrarnos en esos mundos aislados.
En la pintura de Ana Clara hay pinceladas potentes, vigorosas; hay zonas de colores saturados y otras de colores menos brillantes y más neutros; hay figuración, pero también hay algo ges-tual y automático que parece conducir el pincel en una especie de impulso inevitable, que pugna por una expresión total, sin límites.
Los personajes que pueblan estas pinturas surgen, unas veces, para relajar la tensión dramática que parece desbordar el cuadro y, otras veces, nos transmiten sensaciones tan intensas que nos corren de nuestra zona de comodidad y nos llenan de inquietud, de preguntas, de desasosiego. Raquel Forner contaba que la pintura le servía para «crear dramas interiores necesitados de expresión». Y son esos dramas interiores, esos estados del alma, los que toman forma en la obra de Diquattro y nos sacuden, sin dejarnos ningún resquicio para la indiferencia. Porque el arte, en su esencia más profunda, tiene la capacidad de conmovernos y nos convoca a indagar en nuestro interior y en el afuera; en este mundo y en cada uno de nuestros mundos.
Marcela Scelza