Juan Doffo
Extraña substancia / fotoperformances
15 de Septiembre al 9 de Octubre de 2004 La obra de Juan Doffo es muy conocida por su trayectoria en la pintura y la fotografia. En esta muestra en el Museo Raúl Lozza nos presenta una serie de fotoperformances que son parte del trabajo de los ultimos años llevados a cabo por el artista dentro de la geografía de su tierra natal en Mechita y sus alrededores, interviniendo el paisaje con la asistencia y participación de la gente de su pueblo.Esta realidad construida, muy cercana a las producciones cinematográficas, convierte a ese espacio natural en un territorio ritual donde se habla de lo psicológico, la vida, la muerte, la trascendencia. Las tomas fotográficas, realizadas con cámaras profesionales de formato medio sin ningún retoque digital o de laboratorio, han documentado estas acciones y parte de ese resultado es lo que se exhibe desde el miercoles 15 de setiembre hasta el 9 de octubre.
En las fotoperformances de Doffo la búsqueda introspectiva del ser se resuelve en el aqui y ahora de un ritual efectivo. Este ritual es tan importante como la imagen resultante. Mas allá del cuidado pictorialista y de su narrativa, la fotografía posee aqui una relevancia ineludible como documento, como evidencia de «eso» que ocurrió allí. La reunión ceremonial de las personas del pueblo, su silencio reverente y su mirada cautiva, cobra el rango de tema principal en algunas de sus obras. El espíritu comunitario se lee directamente en el poder de las formas. Sí hay en las imágenes un origen romántico en la proyección psicológica del artista frente al misterio de la naturaleza, este imaginario subjetivo deviene construcción colectiva. Sí hay en las obras una búsqueda de identidad individual, ésta conduce a un espacio vivencial intersubjetivo, porque la memoria del pasado y de los seres queridos que ya no están es también un hecho compartido.
El fuego dibuja formas e ideas en la llanura, señala distancias y centros, propone límites y subraya con sus geometrías ordenadoras el artificio que impone la presencia humana con sus rituales de vida y de muerte, en la naturaleza. El tiempo hace su aparición en estas grandes imágenes que se proponen como condensación de un ritual. A veces está el tiempo en el movimiento de la fuente de luz entre las personas y frente al objetivo inmóvil de la cámara, produciendo lineas luminosas plenas de sentido. Otras veces la construcción del artificio aparece evidente, y aquellos que encienden y cuidan los fuegos se hacen visibles junto a ellos. Esa dimensión del tiempo aparece explícita, por otra parte, en el video que integra la muestra y da cuenta del proceso de construcción de las imágenes.
La vida humana es un viaje infinito y circular, parece decir Juan Doffo con sus formas, instaladas como una escritura de fuego en los amaneceres, atardeceres y en las noches de su pequeño pueblo en la pampa. Dibuja paisajes dentro de una geografía personal, mínima y trascendente a la vez, que señala una calle de su pueblo o las tumbas de sus padres. La pequeña existencia de un hombre y de un vecindario cifra el círculo incesante del tiempo universal. Un hombre es todos los hombres porque este artista conecta el presente de una experiencia no con el anecdotario multiforme que conforma una biografía, ni siquiera un pais o una época, sino con la energía vital que, en su despliegue y sus transmigraciones, engloba al hombre y a todas las sustancias, en el mismo destino, glorioso y elemental.